Un país que duele

El hombre nació en la barbarie, cuando matar a su semejante era una condición normal de la existencia. Se le otorgo una conciencia. Y ahora ha llegado el día en que la violencia hacia otro ser humano debe volverse tan aborrecible como comer la carne de otro.
Martin Luther King (1929-1968) Religioso estadounidense.

Hace poco realizaba observaciones irónicas con respecto a mi edad. A las personas que asistieron a una pequeña reunión con el objetivo de pasar un rato ameno en el día de mi cumpleaños, les comentaba que cumplía la mitad de mi vida y que eso ya era un logro, pues el día de mañana nadie me asegura que pueda ver el amanecer o el ocaso. No lo digo con el ánimo de ser pesimista o melodramático, aunque en el fondo sí lo busque, llamando a cada uno y cada una de mis amigos, amigas, colegas, etc. a la reflexión sobre la vida, porque ser joven en Honduras duele. Duele más cuando sos reducido a cifras, esos numeritos insignificantes que ahondan el agujero negro del universo de la violencia.

Definitivamente Honduras es un país único. Aparte de estar en una zona geográfica que nos ubica en el centro de América, somos un caso paradigmático propio de estudiar por las futuras civilizaciones –esto si no acabamos con la humanidad antes de tiempo- los matemáticos, científicos y futuros arqueólogos e investigadores nos tomarán como la nueva piedra de roseta del porqué de la violencia y la extinción. Cada vez que realicen un nuevo hallazgo, seremos el “boom” de las nuevas estadísticas y descubrirán que la vida en este país sólo fue un mito.

Mito 1: Que Honduras es un país joven

Las cifras indican que la población en Honduras es mayoritariamente joven. Se dice que somos el 60% de las hondureñas y hondureños y que nos encontramos en un proceso de “transición demográfica” lo cual significa el cambio de altas tasas de mortalidad y de fecundidad a bajas tasas de mortalidad y de fecundidad. Que la esperanza de vida en las zonas urbanas es de 65 años. Mentiras. La juventud en Honduras es sólo un mito. Lo único donde la juventud se refleja es en las noticias de asesinatos. La mayoría de las personas que a diario mueren en nuestro país oscilan entre los 18 y 34 años.

Mito 2: la delincuencia común y el crimen organizado

Visiones simplistas. Cada vez que hay un crimen o se ha cometido un asesinato las autoridades aparecen relucientes mencionando que ha sido producto de la delincuencia común, que fue el crimen organizado, que fue un crimen pasional, que andaba en malos pasos. Pero ni Arthur Conan Doyle imaginó con tanto atino a Sherlock Holmes para dar respuestas y realizar investigaciones tan puntuales. Es más, se sorprendería y retorciera en la tumba al darse cuenta que las mejores novelas de investigación suceden en este país. Por todas y todos es conocido que de por sí la investigación en Honduras es un mito, sino pues ahí están otras bonitas cifras: los niveles de impunidad superan el 90%. Alfred Hitchcock también se retorciera al escuchar estas cifras y se dijera a sí mismo ¿porqué no realice un episodio de Honduras?

Mito 3: Hay que invertir en Seguridad

El más craso error y vil mentira. Honduras es un país lleno de cifras que sólo representan desigualdad, pobreza, exclusión y le hacen honor a su nombre. Es como ir a una tienda de zapatos -Para los que tenemos la fortuna de hacerlo- y te preguntan -“¿Qué numero calza?”- y uno contesta: “Hoy quiero la pobreza” y te pasan el par de zapatos o chancletas más grandes y rotas. –“Usted calza grande”- te dicen y te pasan el número 65%. ¿Por qué esta analogía? Porque para protestar hay que andar a “chuña” mientras los que promueven a los cuatro vientos que invertir más a través de trancazos y tasas de seguridad, son los que caminan tranquilos por la calle con sus zapatos de “charol” bien “lustraditos”, acompañados de un contingente de policías y militares. Ahí está la inversión, esos son los que están seguros.

¿Y la juventud? Esa es sólo una palabra que hace eco. En estos momentos deben estar raptando y asesinando a otro joven o deben de estar cometiendo otro femicidio.

Definitivamente, Honduras es un país que duele.

A la memoria de las cifras.
FP